sábado, mayo 23

Historia 18



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Tenía que venir a Buenos Aires. Hacía mucho tiempo que lo venía planeando. Me gusta la capital. Si bien yo vivo en una ciudad importante del interior, nada es igual a la gran urbe!

De día me gusta pasear por los museos, encontrarme con amigos y desparramarnos en la vereda de un bar a beber algo, fumar y conversar animadamente. Me gustan los jacarandáes, la sombra de los bosques de Palermo, las avenidas, los edificios, los monumentos.
De noche me gusta pasear por San Telmo. Sus calles adoquinadas, sus edificios antiguos, sus bares, su música callejera y las luces!

Siempre me alojo en el mismo hotel céntrico. Es pequeño, elegante, el servicio es bueno, las habitaciones confortables y ya me conocen.
Anoche, luego de un largo día de charlas y paseos, volvi al hotel, lista para ir a dormir.
Me di un baño, me acosté y prendí la tele para hacer un rápido zapping y ver que era lo que no iba a mirar!

Ya estaba adormecida, cuando esuché un sonido lejano, no muy definido, y algo extraño. No podía distinguirlo bien y agucé el oído. Pronto pude identificarlo porque lo escuchaba cada vez mas fuerte. Eran unos gemidos. Alguien estaba gozando, y mucho.
Me levanté, cerré la ventana y miré la hora. Eran las 2.35 de la madrugada.
A pesar de mis esfuerzos por no escucharlo, los gemidos eran cada vez mas intensos y mas fuertes.
Me sentía incómoda. Como cuando uno espía algo privado, secreto. Pero no podía evitarlo. Pasaron 20 minutos, hasta que la señora, o señorita, hizo silencio.
Por fin podría dormir tranquila! ¡O eso pensé!
Alrededor de diez minutos de silencio, y otra vez la burra al trigo. Solo que esta vez, los gemidos eran acompañados de risas y palabras obsenas.
Ya no sabía que hacer. Me tapé con la frazada, y nada. Cubrí mi cabeza con la almohada, y nada! Parecía como que estábamos todos en la misma habitación!
Tres veces a lo largo de la noche pasó lo mismo!

Pensé en llamar a la administración, pero ¿qué iba yo a decir? ¿Que me quejaba de que mi vecina estaba gozando demasiado fuerte?
¿Y si agarraba un palo y les golpeaba la pared? ¡También pensé en salir al pasillo, golpearles la puerta y salir corriendo! O pordía gritar bien fuerte: "¡¡Fueeego, fueeeeeeeego!!"
Mientras yo pensaba seriamente en llamar al 911, a CrónicaTV y a los bomberos para que apaguen semejante incendio, se hicieron las 7 de la mañana, y yo sin poder pegar un ojo!

Lo peor de todo fue a la mañana. Hora del desayuno. Todo el mundo con cara de haber dormido poco, y mirándonos con desconfianza.
¿Habrá sido la rubia teñida esa, o la morocha de rulos?
La flaca seguro que no fue, tiene cara de haber chupado un limón toda la noche!
O quizás esa que está sentada sola, seguro que el marido está durmiendo!
¿O será aquella de la otra mesa? ¡Tiene cara de satisfecha!

Solo a mi me pueden pasar estas cosas. No solo me toca de vecina una mujer ruidosa, sino que además, multiorgásmica!
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