miércoles, marzo 25

Historia 15


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Ella puso en su maleta las cosas indispensables. Un poco de ropa suya, de su hija y de su marido.
Le dio la mano a su hijita, y siguió a su hombre.
El dijo que debían partir, y así lo hicieron.
Subieron a una carreta vieja, con otras familias, con más maletas.
Atrás dejaba a sus amigos, algunos vivos y otros muertos.
Atrás dejaba a su madre en la cárcel y a su padre muerto en la calle.
Dejaba su casa, su calle, su pueblo, sus montañas, sus piedras y su mar.
Dejaba sangre, balas, aviones, sirenas, miedos, horrores, gritos, imágenes imborrables!
Dejaba su Patria.
Las lágrimas de Ella, mojaban los rulos de la pequeña, que la miraba con sus ojitos celestes asustados.
No quiso dar vuelta la cabeza. ¡No quiso mirar atrás!
¡Sentía que se le partía el corazón!
Abrazó a su niña con fuerza, y la acunó en sus brazos...
Fue un viaje largo y triste.
Ella no dormía de noche, tenía mucho miedo.
Miedo de que los descubran. Miedo de que "ellos" aparezcan con ese odio que tenían en la mirada.
¡Ella no se separó de su hijita ni un momento!

Por fin un día, que parecía que no iba a llegar nunca, cruzaron la frontera, y fueron acogidos en un campo de refugiados.
Las condiciones no eran las mejores, pero estaban a salvo de tanto horror.
¡O al menos eso creían!
Ella, junto con otros hombres y mujeres, armaron un coro. La música los ayudaba olvidar tanto dolor y tanta pérdida.

Un día, su pequeña hija de ojos celestes enfermó.
Comenzó con cólicos, y luego diarrea.
El médico le dijo que, para que se cure, la niña no debía beber líquidos pues si así lo hacía, iba a empeorar..
No era culpa de el, en esa época la medicina aconsejaba eso.
Ella cuidaba a su hijita. Era lo único que le quedaba. Era lo que mas amaba en el mundo.
Le cantaba canciones...
La acariciaba...
La abrazaba...
La besaba...
Rezaban juntas...

Una noche de verano, las dos se durmieron a la luz de la luna.
La niña no despertó mas...

Sesenta años pasaron.
Ella todavía escucha en sueños la voz de su hija....


Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente...
que lo injusto no me sea indiferente...
que la guerra no me sea indiferente...
que el engaño no me sea indiferente...
que el futuro no me sea indiferente...
- León Gieco -


Perdón a los que ya lo leyeron antes en algún otro blog...

martes, marzo 17

Historia 14


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Te vi. Estabas en el mismo recital que yo, sentado en una butaca, pasillo de por medio, sin saber dónde poner tus largas piernas.
Se notaba que no querías estar ahí. Solo habías ido de acompañante, para darle el gusto a ella.
Te movías en tu asiento y yo te miraba. Me causaba gracia tu inquietud.
Me gustaron tus canas incipientes, tus brazos y tus manos acariciándote la barba.
El show había empezado. Las fans gritaban enloquecidas ante el contoneo del cantante y vos te aburrías. Era divertido verte bostezar, acomodarte de un lado, acomodarte del otro, moverte inquieto, esperando que termine la tortura.
Yo estaba sentada del otro lado del pasillo, y te espiaba descaradamente. Ya me había olvidado del show que había venido a ver, tenía el mío propio.
Nuestras miradas se cruzaron, arrugué mi nariz y me sonreíste.
Ahora que me habías descubierto, mi descaro se esfumó y te miraba de reojo. ¡Qué tonta! Pero eso también fue divertido, porque juntos empezamos un lenguaje de señas disimulado.
Vos empezaste a contarme con gestos la letra de la canción, como un lenguaje de sordomudos mas parecido al de Gasalla, que al de verdad. Era muy gracioso. Yo te contestaba con gestos en mi cara y risas.
Empecé a imitarte. Cada gesto o movimiento que vos hacías, yo lo repetía. Vos te sentabas, y yo también. Si cruzabas las piernas, yo también. Te rascabas la cabeza, y yo también. Me sacabas la lengua, yo también. Hacías una mueca, yo también.
Sacaste del bolsillo tu celular y yo también. Nos miramos, y una sonrisa pícara se dibujó en tus labios. Con los dedos de mis manos te pasé el número.
El primer mensajito llegó: "Me alegraste la noche. ¿Nos podemos ver mañana?"


...te vi, te vi, te vi
y yo no buscaba a nadie y te vi ...
- Fito Paez -
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viernes, marzo 13

Historia 13


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Era su primer baile. Ella era adolescente y había esperado mucho tiempo este momento. Estaba ilusionada y nerviosa, feliz, y asustada.
Miles de preguntas se cruzaban por su cabeza.
¿Alguien me sacará a bailar?
¿Me gustará?
¿Y si lo piso sin querer?
¿Me pondré colorada como siempre?
¿Sabré que decir, o me quedaré muda?
¿Y si me pongo a tartamudear?

El salón estaba lleno de gente. La música fuerte, las luces de colores, las guirnaldas y los globos, los rincones oscuros.... Todo era como ella lo había imaginado.
Los chicos iban y venían, charlaban, se reían, se codeaban, se miraban de reojo..
Bailó con uno, bailó con otro, era feliz!

Y llegaron los lentos. Ella estaba sentada al lado de la barra charlando con una amiga. De reojo, lo miraba a él. No sabía su nombre, solo su apodo.
El era mucho mas grande, amigo de su primo. Alto, canchero, con bigotes, parecía que se las sabía todas. Pero no la veía. Y era lógico, ella era muy chiquita y el estaba siempre rodeado de las mujeres mas lindas de la fiesta.

Las horas pasaban y la fiesta iba terminando. Ya quedaba poca gente cuando el se percató de su presencia. Se acercó y le preguntó si quería bailar...
Wow! Ella sintió que se le aflojaban las rodillas! La panza se le llenó de mariposas y un enano revoltoso quería salir de su interior y ponerse a saltar de felicidad.
Y bailaron. Ella estaba tan nerviosa que le transpiraban las manos, sentía su cara ruborizada y había enmudecido. Pero el tampoco hablaba. Solo la miraba y sonreía con dulzura.

Después de esa noche, nunca mas se vieron. Pasaron 30 años y ella aún recuerda ese momento. Su primer baile. Su primer lento...

Pero el destino tenía preparado un reencuentro...

domingo, marzo 1

Historia 12



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Florencia tiene 27 años, trabaja en un banco, hace tres años que está casada con Pedro y es feliz.
Pedro tiene 30 años, tiene una pequeña pyme a medias con su hermano y también es feliz.
Sus vidas parecían sacadas de un cuento de hadas, hasta que llegó aquel día que jamás podrían olvidar.
Una mañana, como cualquier otra, Pedro alcanzó en el auto a su mujercita hasta el banco y se fue a trabajar.

Florencia entró, se puso el uniforme y se paró atrás del mostrador de la recepción lista para recibir a los primeros clientes.
A eso de las 11 de la mañana el cielo se oscureció, como si fuera un mal presagio de lo que iba a suceder en pocos minutos.
Todo transcurrió muy rápido.
De golpe se escucharon gritos, corridas y un hombre, vestido con jeans, un buzo con capucha y unos enormes anteojos oscuros, la estaba apuntando con una pistola.

_ ¡Esto es un asalto, gritó, dame toda la plata!
_ Pero acá no hay plata señor, no le puedo dar nada!, contestó ella muy asustada
_ ¡¡ No te hagas la viva conmigo, esto es un banco, así que debe haber plata en algún lado y quiero que me la des ya, o sos boleta!!
_ Señor, le digo que acá no hay plata!
_ No me trates de boludo! ¿Esto es un banco o no es un banco?
_ Si, es un banco, pero....
_ ¿Pero vos te creés que soy idiota? ¡¡Dame la plata ya!!
_ Pero señor, esto es un banco de esperma, no tenemos plata!, logró susurrar ella...
_ ¿ Un banco de esperma?, gritó el chorro absolutamente sacado
_ Siii, señor, ¿ve esos frasquitos que están ahi? Bueno, contienen esperma que es donada para estudios específicos y para tratamientos de infertilidad!
_ A ver, le dijo el hombre, abrí uno y tomátelo!
_ Pero señor, ¿usted está looooco? ¿Cómo me voy a tomar el esperma?
_ Muy fácil, flaca, o te tomás el esperma, o te disparo...
Florencia no lo pensó dos veces, agarró un frasquito, lo abrió y se tomó el esperma de un saque.
Entonces, el hombre baja el arma, se saca la capucha, se saca las lentes y le dice:
_ Aháaaaaaaa.......¿Viste, mi amor, como cuando querés, podés?
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